Quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur.
(Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I, q. 75, a. 5)
Die Übersetzung ist eine Form.
("Die Aufgabe des Übersetzers", Walter Benjamin)
La cita de Tomás de Aquino (1225-1274) que encabeza este artículo –con una idea reelaborada a partir de la tradición neoplatónica cristiana, particularmente de Pseudo-Dionisio Areopagita y que puede traducirse como “Todo lo que se recibe, se recibe según el modo del receptor”– proporciona un marco reflexivo ideal para adentrarnos en los fundamentos de la traducción. Aunque originalmente concebida en un contexto teológico, esta afirmación resalta una verdad universal: cualquier mensaje o conocimiento no se transmite de manera abstracta, sino que siempre está condicionado por las características del receptor y el contexto en que se produce su recepción.
La labor del traductor no ocurre en el vacío. Traducir implica mucho más que trasladar palabras de un idioma a otro; es un acto profundamente contextualizado en el que se negocian las intenciones del autor, las posibilidades del idioma meta y las expectativas del público receptor. Por lo demás, cada traducción está influida por las limitaciones inherentes al lenguaje, así como por las diferencias culturales y contextuales del texto de partida y del texto de llegada. Esta interacción entre el texto original y su nueva forma en otro idioma requiere decisiones que van mucho más allá de lo lingüístico, abarcando aspectos éticos, estéticos y culturales.
La cita de Walter Benjamin (1892-1940) aporta una perspectiva complementaria a esta reflexión. En su influyente ensayo “Die Aufgabe des Übersetzers” (“La tarea del traductor“), publicado en 1923 como prefacio a la traducción alemana de los Tableaux Parisiens de Charles Baudelaire, afirma que “la traducción es una forma” (Die Übersetzung ist eine Form). Con esta declaración, Benjamin pone de manifiesto que la traducción no es simplemente un medio para transmitir el contenido de un texto, sino que constituye una forma autónoma en sí misma, una creación que tiene su legitimidad como obra independiente dentro del sistema lingüístico y cultural al que pertenece. En este proceso, la traducción opera como un puente, como mediador que conecta dos lenguas y culturas, pero adaptándose al “modo del receptor”, al modo del receptor-traductor, en primer lugar, y al modo de cada uno de los receptores del texto finalmente traducido. Bajo este enfoque, lejos de ser un ejercicio mecánico, la traducción se convierte en un acto creativo cargado de decisiones.
Llegados a este punto, cabe preguntarse cuáles son los fundamentos que guían estas decisiones y cómo se organizan los recursos que emplea el traductor desde el momento en que entra en contacto con el texto original hasta que le da una forma final en la lengua de llegada. En el ámbito de la traductología, esta dinámica se estructura jerárquicamente en distintos niveles: principios, métodos, estrategias y técnicas, que van de mayor a menor alcance. Estos niveles permiten al traductor abordar el proceso de traducción desde decisiones globales que afectan al texto en su conjunto hasta soluciones específicas que resuelven problemas puntuales, como la elección de palabras, expresiones o estructuras gramaticales. Además, conceptos como los errores de traducción permiten analizar el proceso desde una perspectiva crítica, aportando una visión más completa y enriquecedora del acto traductor.
1. Principios
Los principios de traducción son las bases teóricas que orientan el trabajo del traductor y guían sus decisiones a lo largo del proceso. Estos principios no son reglas estrictas, sino directrices que permiten alcanzar una traducción adecuada y que tienen en cuenta los aspectos lingüísticos, culturales y pragmáticos del texto fuente y del texto meta. La fidelidad, adecuación y funcionalidad son tres principios de traducción interrelacionados que deben equilibrarse según el tipo de texto y su propósito.
1.1. Fidelidad
La fidelidad de la traducción hace referencia al grado en que el texto traducido (texto meta) respeta y transmite el contenido informativo, la intencionalidad y el estilo del texto original (texto fuente). Sin embargo, este principio no implica ni mucho menos una traducción literal, sino que busca un equilibrio entre la precisión semántica y la adaptación cultural o lingüística, de acuerdo con la función del texto.
La fidelidad no solo se aplica al contenido lingüístico de un texto, sino también a su función comunicativa, tono, registro y contexto. En otras palabras, una traducción fiel no tiene nada que ver con una reproducción palabra por palabra, sino que se trata de una recreación que conserva, en gran medida, la estructura del texto original en un contexto diferente.
A partir de las propuestas de Nida (1964), Vermeer (1978), Bassnett (1980), Newmark (1988), Nord (1991), Venuti (1995) y Hurtado Albir (2001), podemos destacar algunos aspectos clave de este principio:
- La fidelidad al contenido. Consiste en reproducir las ideas principales y los detalles relevantes del texto fuente sin alterar la información de manera injustificada. Esto significa no omitir, añadir ni modificar información arbitrariamente. En textos técnicos, científicos, legales o académicos, esta fidelidad asegura la precisión y la exactitud necesarias. Por ejemplo, en la traducción de un manual técnico, eliminar un detalle sobre las especificaciones de un dispositivo o reinterpretar datos numéricos podría comprometer su funcionalidad o credibilidad.
- La fidelidad a la intención del autor o autora. Implica respetar el propósito comunicativo del texto original, ya sea informar, persuadir, entretener o generar una reacción emocional. Desde esta perspectiva, el traductor debe identificar y trasladar esta intención al texto meta. Por ejemplo, en un anuncio publicitario, el objetivo principal es persuadir; por tanto, la traducción debe priorizar el impacto persuasivo sobre una equivalencia estrictamente informativa. En cambio, en un artículo académico, la intención suele ser informar, lo que exige claridad y precisión en la transmisión del contenido.
- La fidelidad al estilo. El estilo del texto fuente refleja la voz del autor y contribuye a la experiencia del lector. Traducir respetando el estilo implica preservar elementos como el registro (formal, técnico, coloquial) y recursos estilísticos (metáforas, ironía, repeticiones) siempre que sea posible. Por ejemplo, en la traducción de una novela, mantener un lenguaje poético o irónico es esencial para conservar el impacto original. Sin embargo, en un texto técnico, el estilo puede ser secundario frente a la claridad y funcionalidad.
- La fidelidad funcional. Se centra en que el texto traducido cumpla, dentro de la cultura de destino, la misma función que el texto original dentro de la cultura de partida. Esto a menudo requiere ajustes que van más allá de la equivalencia literal, especialmente si las diferencias culturales afectan la comprensión o el propósito del mensaje. Por ejemplo, un folleto informativo sobre salud pública debe adaptarse para que las referencias culturales sean relevantes para el público meta, garantizando que el lector reciba el mensaje de manera efectiva.
- La fidelidad cultural. Implica respetar los elementos culturales del texto fuente, pero también adaptarlos cuando sea necesario para que sean comprensibles y pertinentes en la cultura de destino. Esto incluye referencias a instituciones, costumbres, festividades, expresiones idiomáticas o metáforas. Por ejemplo, si en un texto legal en español aparece: “El recurso fue presentado ante el Tribunal Superior de Justicia“, una traducción literal al portugués como O recurso foi apresentado no Tribunal Superior de Justiça podría generar confusión, ya que en los sistemas jurídicos de Portugal o Brasil, este término suele asociarse a un órgano central de máxima jerarquía, como el Tribunal Supremo español, mientras que en España se refiere a un tribunal autonómico. Para evitar malentendidos, sería necesario añadir contexto, traduciendo como: O recurso foi apresentado no Tribunal Superior de Justiça da comunidade autónoma. De este modo, se asegura precisión y claridad, reflejando las diferencias entre los sistemas legales sin perder la fidelidad al texto original.
Por otro lado, es importante distinguir entre fidelidad y literalidad. Una traducción literal puede dar lugar a un texto poco natural o difícil de entender en la lengua meta. Por su parte, la fidelidad intenta captar los ejes esenciales del texto original y trasladarlos de manera adecuada para el público receptor, secundarizando a veces el léxico y la sintaxis del original. Los mayores desafíos de la fidelidad se plantean cuando existen diferencias culturales para las cuales no hay equivalentes en la lengua meta, lo que obliga al traductor a buscar soluciones creativas, parafrasear o introducir notas; también ocurre con los lenguajes especializados, como en los textos técnicos o jurídicos, donde la fidelidad al contendio puede entrar en conflicto con la funcionalidad del texto meta; o con los registros y tonos, cuyo mantenimiento puede ser difícil si las posibilidades normativas de la lengua meta impiden reproducir con naturalidad las de la lengua de partida.
En la traducción profesional, la fidelidad debe equilibrarse con otros principios, como la adecuación y la funcionalidad. Esto significa que el traductor debe tomar decisiones informadas sobre qué aspectos del texto original priorizar, dependiendo del propósito de la traducción y del público al que se destina. Por ejemplo, en un contrato legal, la fidelidad al contenido es prioritaria; sin embargo, en una novela, la fidelidad al estilo y a la intención y efecto emocional son más importantes.
1.2. Adecuación cultural
La adecuación cultural es un principio central en el proceso traductor. Implica ajustar elementos culturales del texto fuente para que sean comprensibles, naturales y relevantes en el contexto del idioma y la cultura meta. Este principio es clave para garantizar que el mensaje original sea recibido de manera efectiva y apropiada por el público meta, teniendo en cuenta sus referencias culturales, normas sociales y expectativas comunicativas.
Entre los tipos de adecuación cultural econtramos: la adaptación de expresiones idiomáticas y refranes; el ajuste de referencias culturales específicas, como instituciones, tradiciones, festividades o comidas típicas; la adaptación de medidas, monedas y formatos numéricos; la adaptación o locallización de nombres propios y títulos; la recreación de situaciones humorísticas y juegos de palabras; etc. Esto puede implicar la adaptación de elementos culturales para que sean entendibles y naturales en el contexto de la lengua meta; sin embargo, no significa que se simplifique la traducción ni que se recurra a términos más básicos, sino que el público meta no enfrente más dificultades para comprender el texto que las que enfrentaría el lector original.
Eugene Nida, en su obra Toward a Science of Translating (1964), introduce el concepto de “equivalencia dinámica”, destacando que la traducción debe provocar en el público meta un efecto equivalente al que el texto original genera en su audiencia. Este enfoque se centra en la recepción y comprensión del mensaje, priorizando la naturalidad y la funcionalidad en la lengua y cultura de destino.
Ernst-August Gutt, basándose en la Teoría de la Relevancia de Sperber y Wilson (Relevance: Communication and Cognition, 1986), desarrolla su obra Translation and Relevance: Cognition and Context (1991), donde propone la “equivalencia de esfuerzo cognitivo”. Según Gutt, una traducción debe garantizar que el público meta obtenga la misma relevancia cognitiva del texto traducido que la audiencia original, es decir, que el esfuerzo requerido para interpretar el mensaje sea equivalente en ambas lenguas.
Por su parte, Hurtado Albir, en Traducción y traductología: Introducción a la traductología (2001), adopta una postura más ecléctica respecto a la adecuación cultural. En su modelo de competencia traductora, identifica esta adecuación como una habilidad esencial del traductor. En lugar de proponer una única solución, enfatiza la importancia de tomar decisiones informadas según el propósito del texto, el contexto comunicativo y las necesidades del público meta. Este enfoque reconoce la diversidad de situaciones traductológicas y la flexibilidad requerida para abordarlas eficazmente.
Dentro de la traductología, el término vulgarización hace referencia a la simplificación excesiva de un texto durante el proceso de traducción, en la que se reemplazan términos, expresiones o conceptos originales por otros más básicos o accesibles, sacrificando matices, profundidad o precisión. Esta práctica puede llevar a una pérdida de riqueza lingüística, cultural o conceptual del texto original, ya que, en un intento de hacerlo más comprensible para el público meta, se eliminan elementos esenciales que forman parte del estilo, tono o significado del texto original. En el contexto de la adecuación cultural, la vulgarización no se considera una estrategia adecuada, ya que el objetivo no es simplificar innecesariamente, sino garantizar que los elementos culturales sean comprensibles y relevantes para el público meta, preservando la singularidad del texto original. Veamos un ejemplo.
En la segunda mitad del siglo XVIII surge en España un género de entremés musicalizado para diferenciarse del sainete solo, declamado, que se interpretaba en los entreactos de las obras de teatro y que tomó el nombre de ‘tonadilla escénica’. Fue un género breve, una rara avis, en parte por lo denostado que estuvo por los reformistas neoclásicos del teatro —a los que les parecía un género bajo y garbancero—, en parte por el decaimiento que tuvo con todos los vaivenes de la Guerra de la Independencia.
[García de la Vega, C. (15 de febrero de 2019). Rosalía, tonadillera, CTXT Contexto y Acción].
Na segunda metade do século XVIII, surge em Espanha um tipo de entremez musicalizado, diferente do sainete declamado que costumava ser interpretado nos entreatos das peças de teatro. Esse género conhecido como tonadilla escénica foi uma rara avis de vida breve, devido, por um lado, à desaprovação dos reformadores neoclássicos do teatro – que o consideravam vulgar e popularucho – e, por outro lado, ao seu declínio como consequência das vicissitudes da Guerra Peninsular desatada pela invasão napoleónica.
Tradução vulgarizada
Na segunda metade do século XVIII, surgiu em Espanha um tipo de peça curta e musical, diferente do sainete declamado nos intervalos das peças de teatro. Chamaram a este novo género de tonadilla escénica. Era algo peculiar, mas a sua vida foi breve, uma vez que não agradou muito aos reformistas neoclássicos do teatro, que o achavam um género “rasca” e de pouca categoria. Para piorar, com toda a confusão da Guerra Peninsular, este género foi perdendo força e acabou por desaparecer.
Aunque el español y el portugués son lenguas cercanas, existen diferencias culturales significativas que pueden generar confusión si no se realiza la adecuación necesaria. Entre los ejemplos más evidentes encontramos los horarios, las festividades y hábitos culturales, las formas de tratamiento y la cortesía verbal.
En el par español-portugués, donde las similitudes lingüísticas pueden generar una falsa sensación de equivalencia, la adecuación cultural es clave para evitar errores y producir traducciones funcionales y culturalmente relevantes.
- PT: 3, 2, 1, Partida!
- ES: Preparados, listos, ¡ya!
- ES: Estaba como un flan.
- PT: Estava a tremer toda. / Estava feita uma pilha de nervos. / Tremia como varas verdes.
En estos dos casos, como vemos, la traducción palabra a palabra (ES: 3, 2, 1, ¡Partida! / PT: Estava como um pudim) daría lugar a secuencias incomprensibles o extrañas en la lengua meta.
Por último, habría que añadir que la localización y la adecuación cultural están estrechamente vinculadas en el proceso de traducción, ya que ambas se centran en adaptar un texto o producto para que sea comprensible y efectivo en un contexto cultural específico. Aunque son conceptos relacionados, no son exactaemnte lo mismo. La localización es un proceso más amplio que incluye no solo la traducción del texto, sino también la adaptación de todos los elementos de un producto (como software, videojuegos, sitios web, contenido multimedia o materiales publicitarios) a las necesidades del mercado meta. Esto implica ajustes lingüísticos, culturales, técnicos, visuales y legales. Por su parte, la adecuación cultural es un principio dentro de la traducción que se enfoca específicamente en adaptar referencias culturales, normas sociales, expresiones idiomáticas y otros elementos culturales para que el texto fluya con naturalidad en el idioma y la cultura meta. En resumen, la localización es un proceso completo que incluye la adecuación cultural como una de sus principales herramientas.
1.3. Funcionalidad
El principio de funcionalidad establece que la traducción debe cumplir el mismo propósito comunicativo que el texto original, adaptándose a las necesidades del público meta y al contexto en el que será utilizada. Este principio está relacionado con la teoría del skopos de Hans Vermeer (Skopos and Commission in Translational Action, 1989), que plantea que la finalidad de la traducción (o skopos) es lo que debe guiar todas las decisiones del traductor.
La funcionalidad implica garantizar que el texto meta sea útil y efectivo en su contexto. Esto requiere considerar factores como el género textual, el público meta, el registro lingüístico y las diferencias culturales. Podemos dividir el principio de funcionalidad según sus objetivos en: informativa, expresiva, apelativa/persuasiva, fática y referencial/cultural. Cada una de estas categorías responde a un propósito comunicativo específico, lo que refuerza la importancia de adaptar la traducción al uso previsto.
La funcionalidad informativa hace referencia a textos cuyo objetivo principal es transmitir información de manera clara y precisa, como textos científicos, técnicos o académicos. Aquí, el traductor debe priorizar la exactitud terminológica y la claridad del mensaje.
- ES: El análisis de datos se realizó utilizando técnicas de regresión lineal múltiple.
- PT: A análise de dados foi realizada utilizando técnicas de regressão linear múltipla.
En este caso, la traducción respeta los términos técnicos del texto fuente, asegurando que la información sea comprensible y precisa para el público meta.
La funcionalidad expresiva se aplica generalmente a textos literarios, artísticos o creativos donde el objetivo principal es transmitir emociones, sensaciones o estilos estéticos. Aquí, el traductor debe priorizar el tono, la intención y la estética del texto, incluso si esto implica desviarse de la literalidad.
Según Carmen Martín Gaite, en El cuarto de atrás (1978): “En el mundo de anestesia de la posguerra, entre aquella compota de sones y palabras –manejados al alimón por los letristas de boleros y las camaradas de la Sección Femenina– para mecer noviazgos abocados a un matrimonio sin problemas, para apuntalar creencias y hacer brotar sonrisas, irrumpía a veces, inesperadamente, un viento sombrío en la voz de Conchita Piquer, en las historias que contaba. Historias de chicas que no se parecían en nada a las que conocíamos, que nunca iban a gustar las dulzuras del hogar apacible con que nos hacían soñar a las señoritas, gente marginada, a la deriva, desprotegida por la ley”.
Como relata Carmen Martín Gaite no seu romance El cuarto de atrás (1978): “No ambiente anestesiado do pós-guerra, naquela compota de sons e palavras orquestrada pelos letristas de boleros e as camaradas da Sección Femenina* para embalar namoros destinados a casamentos felizes, reforçar crenças e provocar sorrisos, irrumpia de vez em quando, inesperadamente, uma aragem sombria na voz de Conchita Piquer, nas histórias que contava. Eram histórias que em nada se pareciam com as que conhecíamos, raparigas que nunca iriam provar as delícias do lar pacato com que faziam sonhar às meninas bem. Era gente marginalizada, à deriva, desprotegida pelas leis.”
*N. do T.: Braço feminino do movimento fascista Falange Espanhola. Foi uma organização central no regime franquista, promovendo valores tradicionais de submissão feminina, catolicismo e nacionalismo.
La funcionalidad apelativa o persuavia se encuentra con mayor frecuencia en textos publicitarios, políticos o de marketing, cuyo objetivo es convencer o influir en el lector. Aquí la traducción debe adaptarse al contexto cultural del público meta para garantizar que el mensaje sea igualmente convincente.
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La funcionalidad fática aparece en textos donde el objetivo es establecer o mantener relaciones sociales, como cartas, correos electrónicos o saludos. El traductor debe adaptar el registro y las fórmulas de cortesía al contexto cultural del público meta.
- ES: Estimado señor Pérez, le agradecemos su atención y quedamos a su disposición para cualquier consulta.
- PT: Ex.mo Senhor / Exmo. Sr. Pérez, agradecemos a sua atenção e ficamos ao seu dispor para qualquer esclarecimento.
En este caso, se adapta el formato de cortesía al estándar en portugués, usando Ex.mo Senhor / Exmo. Sr. para iniciar la comunicación formal.
La funcionalidad referencial o cultural surge en textos con referencias culturales específicas. En estos casos, la funcionalidad requiere adaptar o explicar elementos culturales para que el lector meta pueda comprender el mensaje.
- ES: En España es común tomar chocolate con churros en invierno.
- PT: Em Espanha, é comum tomar chocolate quente com churros no inverno.
La introducción del adjetivo quente se hace necesaria para facilitar la comprensión. En esta situación, el chocolate es líquido y no sólido. Esa alteración permite mantener el término churros, ya conocido en el contexto portugués; sin embargo, si el público meta no estuviera familiarizado con este concepto, podría ser necesario añadir elementos explicativos: Em Espanha, no inverno, é comum tomar chocolate quente com umas farturas salgadas a que chamam churros.
Como hemos visto, los principios de la traducción (fidelidad, adecuación y funcionalidad) son fundamentales para garantizar que el texto traducido cumpla su propósito en el idioma meta. Un traductor competente debe evaluar constantemente cómo equilibrar estos principios según el propósito y el contexto de cada texto. Así, por ejemplo, en una traducción literaria tenderá a priorizar la adecuación cultural y estilística, mientras que en un texto jurídico se enfatizará la fidelidad.
2. Método
El método de traducción hace referencia al enfoque global que el traductor adopta durante el proceso de traducción. Este enfoque guía las decisiones que se toman a lo largo del trabajo y depende de varios factores, como el propósito de la traducción, el tipo de texto y las expectativas del público meta.
Autores como Peter Newmark (1988) o Hurtado Albir (2001) han propuesto distintas clasificaciones de los métodos o enfoques de la traducción basados en la relación entre el texto fuente y el texto meta. Simplificando y resumiendo mucho las clasificaciones ya existentes, podríamos considerar los métodos siguientes como los más claramente definidos.
2.1. Traducción palabra por palabra o interlineal
La traducción palabra por palabra o interlineal —no debe confundirse con la traducción literal— consiste en colocar la versión de la lengua meta directamente debajo de la lengua fuente, respetando estrictamente el orden de las palabras y las estructuras gramaticales del texto original. Este método no tiene como objetivo producir un texto fluido ni natural en la lengua de destino, sino que responde a un propósito técnico y analítico. Este enfoque es especialmente útil en tres contextos principales:
- Enseñanza de lenguas extranjeras. Permite comprender cómo se estructuran las frases en la lengua fuente y facilita la comparación con la lengua meta, lo cual puede ayudar a comprender y explicar las diferencias gramaticales entre ambas lenguas.
- Estudios lingüísticos y filológicos. Este método es valioso para los lingüistas, traductores y filólogos que analizan textos complejos, antiguos o poco conocidos. En estos casos, la traducción interlineal ofrece una herramienta para interpretar la estructura original del texto fuente sin perder detalles esenciales, lo cual resulta útil en investigaciones académicas y en estudios lingüísticos contrastivos.
- Preparación para una traducción más compleja. Puede servir como etapa preliminar cuando el texto fuente presenta retos significativos, como estructuras gramaticales inusuales, juegos de palabras o referencias culturales difíciles de interpretar. Este análisis inicial ayuda al traductor a identificar problemas potenciales y planificar estrategias y técnicas para solucionarlos en versiones posteriores.
Debido a la insoslayable proximidad linguística entre el español y el portugués, este enfoque suele ser adoptado frecuentemente por los estudiantes portugueses que se inician como traductores. Es una forma de abordar la traducción que puede resultar útil cuando se trata de textos formales, en registros neutros, en los que prima la función referencial de la lengua, como ocurre con las noticias de tipo periodístico o con los textos técnicos y científicos divulgativos. De hecho, esta es la tipología en la que el recurso a la traducción automática da menos trabajo en la fase de posedición. A pesar de las muchas carencias de este enfoque en lo que respecta a fidelidad, funcionalidad y adaptación cultural, se trata de una herramienta valiosa para el estudio de la lengua y para la preparación de traducciones más elaboradas.
- ES: El cielo está lleno de estrellas.
- PT: O céu está cheio de estrelas.
En este caso, la traducción literal funciona porque el orden y las estructuras gramaticales coinciden en ambos idiomas. Sin embargo, en otros casos, la literalidad puede generar textos poco naturales.
- ES: Estoy muerto de hambre.
- PT-1: Estou morto de fome.
- PT-2: Estou cheio de fome.
- PT: Contacte-nos diretamente para mais informações.
- ES-1: Contáctenos directamente para más informaciones.
- ES-2: Para más información, póngase/entre en contacto con nosotros.
Aunque la traducción palabra por palabra es comprensible en ambos ejemplos, no muestran equivalencia. En el de la izquierda, un enfoque diferente, más atento a la semántica, podría ser más adecuado. Estou cheio de fome sería la traducción realmente fiel y equivalente en portugués. De la misma manera, en el de la derecha, la solución más natural en español sería “Para más información, póngase/entre en contacto con nosotros”.
La traducción palabra por palabra y la traducción literal comparten el objetivo de mantener una alta fidelidad al texto fuente, pero se diferencian en su enfoque y finalidad. La traducción palabra por palabra consiste en trasladar cada término del texto original a su equivalente más cercano en la lengua meta, respetando estrictamente el orden de las palabras y las estructuras gramaticales de la lengua de partida, sin preocuparse por la fluidez o la corrección gramatical en la lengua de destino. Por su parte, la traducción literal, a pesar de buscar también una correspondencia cercana entre las palabras y estructuras del texto fuente, realiza los ajustes necesarios para garantizar que el texto meta sea gramaticalmente correcto y comprensible, aunque conserve una relación directa con la forma original. Ambas estrategias suelen ser útiles en contextos técnicos, académicos o lingüísticos, pero mientras la traducción palabra por palabra tiene un uso más analítico o didáctico, la traducción literal es más funcional y adecuada para textos que requieren precisión sin sacrificar la claridad, como en documentos técnicos o jurídicos/legales.
2.2. Traducción literal
La traducción literal busca trasladar el significado del texto fuente al texto meta de manera directa, respetando tanto las palabras como las estructuras gramaticales originales. Este enfoque intenta evitar interpretaciones subjetivas, priorizando la correspondencia semántica y formal. Sin embargo, la traducción literal puede realizar ajustes mínimos para garantizar que el resultado sea comprensible y gramatical en la lengua meta, a diferencia de la traducción palabra por palabra, que no realiza estas modificaciones.
Muchas veces aparecen asociados los conceptos de traducción literal y traducción fiel, especialmente en el contexto de la traducción jurídica, donde la precisión y la fidelidad al texto original son fundamentales. Aunque ambos enfoques comparten el objetivo de mantener la exactitud de la traducción, difieren ligeramente en su aplicación. La traducción fiel va un paso más allá de la traducción literal al centrarse no solo en la forma, sino también en el significado y la intención del texto original. Aunque la fidelidad sigue siendo clave, este enfoque permite cierta flexibilidad para garantizar que el mensaje sea claro y adecuado en la lengua meta. En el caso de textos jurídicos, que es un tipo de traducción con fuerte tendencia a la literalidad, la traducción fiel busca preservar tanto el contenido literal como el sentido legal del original, asegurando que las normas, términos y conceptos jurídicos sean tan equivalentes como sea posible en el ordenamiento jurídico de destino.
Cuando trabajamos con textos jurídicos y legales, estas estrategias son esenciales debido a la naturaleza altamente técnica y precisa de este tipo de documentos. Contratos, leyes, sentencias o acuerdos requieren una traducción que respete estrictamente el lenguaje técnico y las estructuras formales del texto fuente, ya que cualquier desviación podría alterar su significado, con consecuencias legales imprevistas. En este contexto, la traducción literal es útil para conservar en la medida de lo posible los términos jurídicos específicos y las frases estándar; por su parte, la traducción fiel complementa este enfoque al interpretar y adaptar aquellas expresiones o conceptos que, al no poseer un equivalente literal directo en la lengua meta, deben ajustarse para encajar en el sistema jurídico de destino.
CERTIFICACIÓN LITERAL DE INSCRIPCIÓN DE DEFUNCIÓN
La presente certificación literal ha sido expedida con la autorización prevista en el art. 81 de la Ley de Registro Civil y contiene el tenor literarl del/de los asiento/s solicitado/s que se transcriben en los siguiente párrafos, según resulta/n de los datos obrantes en el registro individual de la persona que figura en discho/s asiento/s. Se declara que la presente certificación sólo da fe de las circunstancias que indica la Ley 20/2011 para cada hecho o acto que se comprende en el asiento o asientos a los que se refiere la misma (artículos 44.2, 59.5, 62.1 de la Ley 20/2011, de 21 de Julio, del Registro Civil).
CERTIDÃO DE ÓBITO
Esta certidão foi emitida conforme o previsto no art. 81.º da Lei do Registo Civil de Espanha e contém a redação literal do(s) assento(s) solicitado(s), transcrito(s) integralmente nos parágrafos seguintes, de acordo com a informação contida no registo individual da pessoa que figura no(s) referido(s) assento(s). Declara-se que esta certidão apenas atesta as circunstâncias indicadas na Lei 20/2011 para cada facto ou ato incluído no(s) assento(s) onde são referidos (artigos 44.º, número 2, 59.º, número 5, e 62.º, número 1, da Lei 20/2011, de 21 de julho, do Registo Civil).
Por último, cabe destacar un caso particular en el que la traducción literal puede ser la solución más adecuada. Cuando trabajamos con textos literarios, sobre todo poéticos, es frecuente encontrar estructuras sintácticas o imágenes excepcionales, extrañas en la propia lengua de partida. En estos casos, el traductor no solo debe trasladar el significado, sino también preservar esa extrañeza o singularidad que caracteriza al texto original. Esta estrategia permite que el lector en la lengua de llegada experimente, en la medida de lo posible, la misma ruptura de expectativas o sensación de extrañeza que el texto provoca en su idioma de origen.
Adoptar este enfoque implica respetar la literalidad como un recurso estilístico, incluso si las estructuras o imágenes resultan inusuales o poco naturales en la lengua de llegada. De este modo, el traductor se convierte en un mediador que no suaviza ni adapta en exceso; no vulgariza, sino que mantiene la idiosincrasia del texto original. Como señala Venuti en The Translator’s Invisibility (1995), la “domesticación” de un texto, es decir, la adaptación excesiva a las normas de la lengua meta, puede borrar las huellas de su origen cultural y lingüístico. Por el contrario, una estrategia de “extrañamiento” (foreignization) busca preservar las marcas de alteridad del texto original, respetando su carácter único y su contexto cultural.
En este sentido, la traducción literal no debe ser vista como un recurso mecanicista, sino como una herramienta consciente y deliberada para crear un efecto estético o cultural en el lector. Georges Mounin, en su obra Les problèmes théoriques de la traduction (1963), también subrayaba la importancia de considerar los valores estilísticos y culturales del texto original, destacando que una traducción que prive al texto de su carácter único no puede considerarse fiel en el sentido más profundo.
Por tanto, en textos literarios, especialmente en los poéticos, optar por una traducción literal en determinados casos no solo es válido, sino necesario, ya que es la única forma de conservar la “otredad” del texto original y, con ello, garantizar que el lector en la lengua meta se enfrente al mismo desafío estilístico y lingüístico que el lector de la lengua de partida.
2.3. Traducción libre
La traducción libre es un enfoque que prioriza el significado y la intención del texto original sobre su forma literal. Este método le permite al traductor reestructurar frases, modificar expresiones y realizar ajustes culturales para garantizar que el mensaje sea efectivo, natural y comprensible en el idioma meta. A diferencia de una traducción literal, que sigue de cerca las palabras y estructuras del texto fuente, la traducción libre otorga mayor flexibilidad, lo que resulta especialmente útil en textos donde el impacto emocional, el ritmo y el estilo o la capacidad de persuasión son más importantes que la informatividad o la denotación exacta.
Un buen ejemplo lo encontramos en este inicio de un anuncio comercial más extenso sobre tarjetas (de) regalo de un establecimiento outlet, donde los juegos de palabras y la formulación del texto original han sido recreados con diferentes técnicas de traducción para mantener la referencialidad y el impacto persuasivo.
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La “comprensibilidad” del español nos lleva a replantearnos, en muchas ocasiones, si no merece la pena respetar la literalidad de ciertas metáforas, expresiones idiomáticas o estructuras sintácticas, dejándolas tal cual en el texto traducido y confiando en su potencial comunicativo. Es verdad que lo más probable es que se comprendan y sean aceptadas, aunque resulten algo sorprendentes. Por ejemplo, ante la expresión en español “estar en las nubes”, podríamos optar por traducirla literalmente al portugués como estar nas nuvens. Esta traducción no solo es literal, sino que también es común en portugués. Sin embargo, existen otras expresiones equivalentes, como estar no mundo da lua o estar aluado, que podrían resultar más adecuadas en ciertos contextos debido a sus connotaciones o matices específicos.
Con las formas de tratamiento sucede algo similar en ambas lenguas. No existe una correspondencia exacta ni constante entre “tú, usted, vosotros, ustedes, el señor/la señora…”, con sus respectivas formas verbales, y las formas de tratamiento en portugués. Dependiendo de la situación, será preferible optar por una u otra. Este tipo de ajustes permite que la traducción fluya naturalmente y evita que el lector la perciba como un texto chirriante o desafinado.
A pesar de sus ventajas, la traducción libre también presenta ciertos desafíos. Uno de los más importantes es, precisamente, el riesgo de alejarse demasiado del texto original, introduciendo cambios que podrían modificar su significado o su intención pragmática. Por esta razón, aunque la traducción libre da espacio para la creatividad, el traductor debe mantener un equilibrio entre libertad y fidelidad. No podemos olvidar que el texto original ha sido escrito en otra lengua y nuestra tarea, nuestra especialidad, es crear un objeto especular –la traducción–, asegurándonos de que la imagen esencial del texto fuente se preserve.
En el extremo de la traducción libre estarían la adaptación y la versión, muy presentes especialmente en la traducción aplicada al teatro y en la publicidad. Estas modalidades se caracterizan por otorgar al traductor una mayor libertad creativa, brindándole la posibilidad de modificar elementos del texto original para ajustarlos a las necesidades culturales, estilísticas o comunicativas del contexto de llegada. A diferencia de una traducción más literal, donde se busca una equivalencia semántica y formal, la adaptación y la versión priorizan el impacto que el texto tendrá sobre el público receptor, incluso si esto implica alterar o reinterpretar aspectos esenciales del texto original.
En el campo de la traducción para teatro, por ejemplo, la adaptación es casi una necesidad, ya que el texto dramático no solo debe ser comprensible en la lengua de llegada, sino también resonar emocionalmente con el público y ajustarse a las convenciones culturales y escénicas del lugar donde será representada la pieza. Un traductor de teatro puede optar por alterar referencias culturales específicas, ajustar diálogos para reflejar patrones de habla locales o incluso reorganizar escenas para facilitar la interpretación. Este enfoque, aunque menos “fiel” en términos estrictamente lingüísticos, garantiza que la obra conserve su vitalidad y eficacia en un nuevo contexto cultural.
De manera similar, en las canciones o covers de temas populares, la traducción libre es clave para preservar las claves del éxito del original. En muchos casos, las letras se transforman significativamente para mantener la musicalidad, el ritmo y la rima, elementos esenciales en la composición de una canción. Más allá de la fidelidad literal, el objetivo es que la nueva versión conecte con la audiencia de manera similar al original, evocando las mismas emociones y mensajes. Esta práctica no solo implica traducir palabras, sino también recrear significados y sensaciones que resuenen con el oyente, lo que convierte al traductor en un verdadero co-creador de la obra musical.
El monólogo dramático de Cinco horas con Mario (1966), de Miguel Delibes, puede servir para ilustrar los límites entre traducción y adaptación o versión.
[…] y por eso mismo me será muy difícil perdonarte, cariño, por mil años que viva, el que me quitases el capricho de un coche. Comprendo que a poco de casarnos eso era un lujo, pero hoy un Seiscientos lo tiene todo el mundo, Mario, hasta las porteras si me apuras, que a la vista está. Nunca lo entenderás, pero a una mujer, no sé como decirte, le humilla que todas sus amigas vayan en coche y ella a patita, que, te digo mi verdad, pero cada vez que Esther o Valentina o el mismo Crescente, el ultramarinero, me hablaban de su excursión del domingo me enfermaba, palabra.
Cinco horas con Mario, de M. Delbes (1966)
[…] e é por causa disso que vai ser muito difícil eu te perdoar, querido, nem que viva mil anos. Eu queria muito ter um carro, sim, mas tu fizeste de tudo para me tirar esse capricho. Eu compreendo que, naquela altura, depois de casar, tudo era um luxo, mas agora, agora qualquer um tem um Dacia, Mário, até as porteiras. E não estou a exagerar, é só olhar. Tu é que nunca vais perceber, mas acredita, uma mulher, nem sei como explicar, uma mulher fica de rastos ao ver as amigas de carro e ela a andar a pé como uma parva desgraçada. E digo-te isto do fundo do coração, Mário, que até dói, mas, quando a Esther ou a Valentina ou até o Crescente, o merceeiro, começavam a falar dos passeios dos domingos, eu ficava doente, juro.
En resumen, la traducción libre es un método que otorga prioridad al sentido, la naturalidad y el impacto del texto sobre la forma y la referencialidad del original. Es especialmente útil en textos literarios, publicitarios y creativos, donde transmitir emociones, persuadir al lector o lograr un estilo atractivo son objetivos clave. Sin embargo, su éxito depende de la habilidad del traductor para respetar lo esencial del texto fuente mientras adapta el mensaje a las expectativas culturales y lingüísticas del público meta.
2.4. Traducción semántica y traducción comunicativa: dos enfoques complementarios
La distinción entre traducción semántica y traducción comunicativa, introducida por Peter Newmark en Approaches to Translation (1981) y ampliada en A Textbook of Translation (1988), constituye uno de los pilares de la teoría de la traducción. Este autor define ambos enfoques como estrategias que responden a diferentes necesidades del texto y del lector meta. Según Newmark:
Communicative translation attempts to produce on its readers an effect as close as possible to that obtained on the readers of the original. Semantic translation attempts to render, as closely as the semantic and syntactic structures of the second language allow, the exact contextual meaning of the original. (Newmark, 1988, p. 39)
La traducción semántica se caracterizaría por su énfasis en la fidelidad al texto fuente. Este enfoque busca preservar el significado contextual, los matices estilísticos y culturales, así como la estructura del original, incluso a costa de cierta fluidez en el idioma meta. Este método es especialmente adecuado para textos literarios, filosóficos o académicos, donde la precisión conceptual y el respeto por la intención del autor son esenciales.
Por ejemplo, en textos filosóficos, donde cada palabra puede tener un peso conceptual significativo, la traducción semántica garantiza que se mantenga la precisión del mensaje. Por ejemplo, en español, “La esencia del ser radica en su capacidad de trascender” podría traducirse literalmente como A essência do ser reside na sua capacidade de transcender. Sin embargo, una versión semántica podría reformularla como A essência do ser está na sua capacidade de se transcender, añadiendo “se” para capturar mejor el matiz reflexivo del original.
La traducción semántica es ideal para contextos en los que el contenido, el estilo y los matices del texto original deben preservarse. Aunque puede resultar menos natural en la lengua de destino, este método asegura que la esencia del texto fuente se mantenga intacta. En contraste, la traducción comunicativa se centra en el receptor del texto traducido. Este enfoque busca transmitir el mensaje y la intención del texto fuente de forma clara, directa y funcional, adaptándose al contexto cultural y lingüístico del público meta. Resulta particularmente efectiva en textos informativos, pedagógicos, publicitarios o cualquier otro en el que la prioridad sea la accesibilidad y la comprensión inmediata.
Por ejemplo, en español, la frase “Prohibido pisar el césped” podría traducirse literalmente como Proibido pisar o relvado. Sin embargo, una traducción comunicativa más natural en portugués europeo podría ser Não pisar o relvado, que utiliza una construcción más común y directa para el lector portugués.
En textos pedagógicos, este enfoque mejora la claridad del mensaje. Supongamos que en español encontramos la instrucción “No olvides revisar el manual antes de comenzar“. Una traducción literal sería Não te esqueças de rever o manual antes de começar. Aunque correcta, puede resultar algo rígida. Una versión comunicativa podría ser Lê o manual antes de começares, formulación más directa y funcional.
En el ámbito publicitario, la traducción comunicativa busca captar la atención y persuadir al público meta. Por ejemplo, el eslogan español “Un café que despierta tus sentidos“ podría traducirse literalmente como Um café que desperta os teus sentidos. Sin embargo, una traducción comunicativa más efectiva podría ser O café que acorda os teus sentidos, utilizando un verbo más frecuente, coloquial e impactante en portugués europeo. O el ejemplo de abajo, donde –a pesar del discutible uso del tratamiento por “usted”– la referencia a las marcas ha sido explicitada (“marcas favoritas”) y la invitación a aprovechar los descuentos contenida en la frase exclamativa final ha sido sustituida en español por un consejo con un matiz conativo de apremio que refuerzan el carácter excepcional de esta campaña de ventas.
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Incluso en señales e instrucciones, este enfoque prioriza la simplicidad. En español, “Empuje la puerta para abrir” podría traducirse literalmente como “Empurre a porta para abrir”. No obstante, una versión comunicativa sería “Empurre para entrar”, que simplifica el mensaje, haciéndolo más directo y funcional.
Varios autores, entre ellos Hurtado Albir (2001), han señalado que la oposición entre traducción semántica y comunicativa propuesta por Newmark puede ser demasiado rígida y simplificadora al no tener en cuenta factores como la interacción entre elementos lingüísticos, culturales y pragmáticos; las limitaciones impuestas por el medio (por ejemplo, traducción audiovisual o multimedia); o las particularidades del público meta y las múltiples capas de significado en un texto. Esta autora pone de manifiesto que los límites entre lo “semántico” y lo “comunicativo” no siempre son claros, y que los traductores suelen moverse en un espectro que incluye elementos de ambos enfoques: “En la práctica traductora, no se adopta una única estrategia de traducción, sino que se combinan diferentes procedimientos según las características del texto, el objetivo de la traducción y el destinatario” (Hurtado Albir, 2001, p. 37).
La propuesta de Newmark ha sido criticada por no profundizar suficientemente en el papel de la cultura en la traducción. Autores como Vermeer (1989) han subrayado que la traducción no es solo un proceso lingüístico, sino también cultural. En este sentido, la dicotomía de Newmark puede resultar insuficiente para abordar traducciones que requieren transformaciones culturales profundas, como en el caso de textos dirigidos a audiencias con valores, creencias o conocimientos diferentes.
Newmark tiende a asociar la traducción semántica con la fidelidad al texto fuente y la traducción comunicativa con la funcionalidad en la lengua meta. Sin embargo, estudios más recientes, como los de Nord (1997) y su teoría funcionalista, abogan por un equilibrio entre forma y función. Según Nord, el traductor debe considerar tanto la intención del autor como las expectativas del receptor, lo que puede requerir estrategias híbridas o intermedias que no encajan estrictamente en los modelos de Newmark.
La distinción de Newmark, formulada en los años 1980, ha sido criticada por no adaptarse completamente a los retos contemporáneos de la traducción en un mundo globalizado y digital. Por ejemplo, en áreas como la localización de software, la traducción audiovisual o la traducción de textos multimodales, la dicotomía semántico-comunicativa resulta insuficiente para abordar las complejas interacciones entre texto, imagen, sonido y diseño. Autores como Gambier (2004) y O’Hagan (2013) han señalado que estas nuevas formas de comunicación requieren enfoques más integradores que consideren la multimodalidad y la interactividad, aspectos que no se contemplan adecuadamente en el modelo de Newmark.
Si bien la distinción entre traducción semántica y comunicativa de Newmark ha sido valiosa en términos pedagógicos y como marco introductorio para los estudios de traducción, sus limitaciones han llevado a la necesidad de enfoques más integradores y flexibles. Modelos como el funcionalismo de Vermeer (1989) o la teoría del escopo de Nord (1997) han superado la rigidez de esta dicotomía, proporcionando herramientas más dinámicas para abordar la diversidad de contextos, géneros y audiencias en la traducción moderna. Si observamos el panorama actual con el que se debaten los traductores, encontramos una diversidad de casos en los que esa perspectiva aparece como excesivamente rígida.
- En los textos multimodales, como los sitios web o las aplicaciones, la interacción entre texto, imagen, sonido y diseño es fundamental. Newmark no contempla cómo estas diferentes modalidades deben ser traducidas de manera que mantengan su funcionalidad y coherencia en el contexto meta. Por ejemplo, un sitio web que combina texto, gráficos y videos requiere una traducción que considere cómo cada elemento contribuye a la experiencia del usuario, algo que su modelo no aborda adecuadamente.
- En la localización de software, la traducción no solo implica traducir palabras, sino también adaptar interfaces y experiencias de usuario a diferentes culturas. Newmark, al centrarse en la dicotomía semántica-comunicativa, no proporciona un marco que permita a los traductores considerar la usabilidad y la experiencia del usuario en diferentes contextos culturales.
- En la traducción de películas o series, donde el diálogo, la imagen y el sonido interactúan, la propuesta de Newmark resulta insuficiente. Por ejemplo, en la subtitulación, el traductor debe equilibrar la fidelidad al texto original con la necesidad de que los subtítulos sean legibles y sincrónicos con el audio, lo que requiere un enfoque más flexible que el que ofrece Newmark.
A modo de conclusión
A lo largo de este artículo hemos explorado los principios y métodos de traducción, destacando su relevancia en el proceso traductor. Desde la fidelidad y la adecuación cultural hasta enfoques como la traducción literal, libre, semántica y comunicativa, hemos visto cómo cada decisión traductora responde a las necesidades del texto y del público meta. Estas elecciones no solo definen el resultado final, sino que también reflejan la complejidad y la riqueza inherentes al acto de traducir.
Como hemos visto, existen diferentes factores que influyen en la elección del método con que se aborda una traducción. Los textos técnicos y jurídicos suelen requerir una traducción literal; los textos literarios o publicitarios tienden a ganar cuando en la traducción se apuesta por enfoques más libres. Si el objetivo es educar o informar, el enfoque comunicativo es ideal; si el objetivo es preservar el estilo y la estética del autor, el enfoque semántico es más adecuado. Un público especializado puede requerir traducciones más literales; un público general puede preferir traducciones más libres o comunicativas.
En próximos posts abordaremos las estrategias y las técnicas de traducción, analizando cómo estas permiten al traductor resolver problemas específicos en distintos niveles del texto, así como los errores de traducción, que no solo revelan fallos puntuales, sino que también ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre las complejidades del proceso traductor y las múltiples interpretaciones posibles de un mismo mensaje.
Referencias bibliográficas
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